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De Cómo
Tramar Historias

Sobre el taller
Haz de Trama

El Taller Haz de Trama puede realizarse de manera individual o grupal.

 

Este taller presupone que quienes participan tienen ya un conocimiento sobre lo literario, su realización, y desean una escucha atenta que detecte elementos a mejorar o a destacar.

Su duración depende del tallerista, aunque es necesario un mínimo de un mes. El máximo nunca se establece, ya que hay participantes con más de veinte años de presencia.

En el caso de quienes opten por sesiones privadas con la coordinadora, se revisará y reflexionará sobre los proyectos literarios personales.

Te espero,

Clarita.

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Modalidad semipresencial
taller de escritura avanzada

Primer clase:

Envío de la consigna de escritura, se trabajará durante la semana en la consigna y en la segunda clase se recibirán sugerencias para el texto producido.

Segunda Clase
Primer encuentro presencial:

Lectura de los textos.

Tercer clase:

Devolución del texto con nuevas sugerencias.

Cuarta clase:

Encuentro presencial para socializar los textos y MESA DE LAS DELICIAS.

Experiencia

Si te interesa la escritura y su proceso, te ofrezco mi experiencia en la coordinación de talleres literarios.

He realizado talleres con Nicolás Bratosevich, Hebe Huhart, Pablo Ramos, Sandra Comino, Silvia Atwod, Liliana Bodoc y Julieta Pinasco, a lo largo de varios años.

 

Para mí lo que es más relevante es la confianza en que con la lectura y la escritura es posible descubrir mundos que están en muchas dimensiones.

Textos producidos en el
Taller Haz de Trama

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Lilian Ocampo

Somnia
Fragmento

Mamá decía que cuando dormía, una parte del sueño corría peligro de ser atacada por los diablos. Llamaba así a momentos en los cuales, su mente parecía despertar, pero no era dueña de los movimientos de su cuerpo, solo podía frotar los talones. Papá conocía el síntoma, y su deber era sacudirla. Pero a veces solo la movía livianamente y la tortura continuaba. Entonces, lo odiaba por el resto del día. Los estados de indefensión habían comenzado luego del casamiento, y los ataques eran aleatorios. Yo aprendí a reconocerlos, porque dejaba de hablar. Según la intensidad del ataque, era el tiempo de silencio.

       Mi padre, siempre se sintió culpable, y alguna vez me dijo en tono entre serio y risueño, que en realidad el responsable era él, porque mi madre sufría un daño que le había hecho su abuela, que era bruja. El tono festivo de sus palabras, y mi inocencia, hicieron que yo olvidara el comentario.

Ella, la bruja, era una viejita como de cuento, arrugadita, desdentada, que vivía en una casa nueva que se hizo después del terremoto, en compañía de algunas hijas.  Mantenía sin embargo los restos de su antigua vivienda, y allí pasaba la mayor parte del día. Dos piezas de adobe encaladas, unas hamacas antiguas, un fogón de carbón, su mate, sus tés, sus macetas de aromáticas y sus historias. No concurríamos de visita a esa casa, solo en ocasiones especiales. En una de ellas, yo me acerqué al fondo siguiendo un gatito, y ella, la abuela, estaba como esperándome.

 -Venga m’hijita , no tenga miedo. Tengo que contarle algo, para que usted le diga a su mamá. Yo sé que ella sigue estando temerosa de mí, por cosas que pasaron, pero dígale que, si me deja devolverle el anillo, vamos a estar tranquilas.

- ¿Qué anillo?

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